En el mundo actual existen cuatro (4) especies de dantas o tapires; tres (3) en el continente americano y una (1) en el continente asiático. Todas están amenazadas de extinción debido a la destrucción de sus hábitats y a la cacería furtiva.
El tapir asiático o badak cipan (Tapirus indicus) es el más grande de todos los tapires. Geográficamente, es el pariente distante de los tapires americanos, ya que es la única especie que habita en el continente asiático. Su pelaje blanco y negro, muy contrastado, le da la apariencia de un lindo «tapir panda». Hasta ahora, los científicos saben poco sobre su vida en libertad ya que vive en selvas lluviosas muy difíciles de explorar.
El tapir centroamericano (Tapirus bairdii) habita en América Central aunque en América del Sur se le ha visto en algunas regiones al occidente de Colombia. Es el tapir más grande de los tres que habitan el continente americano, llegando a medir dos (2) metros y medio, desde la punta de la nariz hasta la punta de la cola, y pesar hasta 300 kilos. Una de sus características más sobresalientes es el poco desarrollo de la crin, el color claro en los cachetes y el pecho, y el gran desarrollo de su trompa. Algunas personas lo conocen también como la «gran bestia» o el «macho de monte».
El tapir andino (Tapirus pinchaque), llamado también «danta del páramo» y «tapir o danta de montaña», es el más pequeño de todos los tapires. Tiene la apariencia de un peluche debido a su pelaje lanudo, útil para soportar el frío y los fuertes vientos de Los Andes. A diferencia de sus demás parientes, le gusta el frío y su hogar está en las tierras altas (páramos, punas y bosques nublados) de la Cordillera Andina de Colombia, Ecuador y Perú. Una de sus características más resaltantes es el color blanco que bordea su boca.
El tapir común sudamericano (Tapirus terrestris) como su nombre indica, habita en casi toda América del Sur, principalmente en la cuenca amazónica. Su característica más sobresaliente es el gran desarrollo de su cresta sagital y la crin, así como la amplia variación en la coloración de su pelaje: los hay marrones, grises, negros… e incluso ¡blancos!
